Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia


Casa Generalizia dei
Fratelli di N.S. della Misericordia
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Rome, 25 januari 2011
 
Muy queridos Cohermanos y Laicos misericordistas,

El 172ª aniversario de la congregación

      El 25 de enero es un día especial en el cual estamos obligados a dar gracias al Señor por los grandes beneficios que Él nos ha concedido. Un día como éste, el 25 de enero de 1039 el Cardenal de Malinas, Mons. Sterckx, aprobaba las primeras reglas e, al mismo tiempo, tres jóvenes: un carpintero llamado Cornelio Van der Veken, un pintor llamado Santiago Lowette y un tallador de madera, Pedro Peeters, comenzaban el Noviciado con los nombres respectivos de Hno. Luis, Hno. Vicente y Hno. Rombaut. Con esta celebración muy simple y familiar, pero con un profundo significado, empezaba a andar la Congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia.
 
    Desde entonces han transcurrido 172 años de servicio a la Iglesia y dedicados al apostolado entre los presos, a la educación de niños y jóvenes y al cuidado de los ancianos. Una Misión que los hermanos han llevado adelante con el espíritu de misericordia, que ha marcado profundamente todo su trabajo apostólico. Al mismo tiempo que elevamos a Dios el canto de alegría que sale de nuestro corazón y mientras le ofrecemos nuestra acción de gracias por el don recibido en la persona y en la obra de nuestro Padre Fundador, renovamos nuestra voluntad de servirle y reiteremos nuestra fidelidad al carisma de la Misericordia, que P. Víctor nos ha dejado como preciosa herencia.  
 
    Desde los comienzos de nuestra historia Congregacional, los Hermanos han estado siempre acompañados por muchos Laicos y Laicas que han colaborado en las diferente obras con su trabajo profesional y, muchas veces, estaban animados de tanta buena voluntad y de un espíritu misericordista tan grande, que eran considerados como otros miembros de nuestras comunidades.
 
    iSin embargo, en estos últimos años su presencia se ha hecho siempre más significativa, hasta hacerse imprescindible para la continuidad de nuestro servicio educativo y/o asistencial. Es por eso que el 25 de enero es una fecha muy significativa para nosotros los religiosos y para todos aquellos laicos y laicas que nos sostienen; en una palabra, para toda la comunidad misericordista.

    El aniversario de la fundación de la Congregación es, también, un momento propicio para hacer alguna reflexión sobre nuestra vida y nuestro futuro. En esta ocasión quisiera subrayar, como primer tema, la relación Hermanos – Laicos/as: una relación muy dinámica desde el momento que las situaciones en las cuales nos encontramos cambian velozmente y las transformaciones que se han dado en algunas de nuestras obras, se están presentando también en otras. Estos cambios nos obligan a definir nuevas funciones tanto para los laicos/as, como para los religiosos. Me preocupa enormemente el hecho de que en algunos lugares y de parte de algunos hermanos no se perciba suficientemente la importancia de estas transformaciones y no se quiera tocar estos temas.

•    Nosotros, los religiosos, tenemos que convencernos que nuestra misión tiene que abarcar siempre más el área de la formación carismática de nuestros colaboradores laicos y que nuestra presencia en las obras tiene que tener, como finalidad principal, la animación pastoral hacia toda la comunidad, sea ésta educativa, social o asistencial. Además de esta presencia de acompañamiento directo de los laicos/as e independientemente de nuestra edad o de nuestro estado de salud, la mayor contribución que podremos aportar como religiosos, estará dada por la coherencia de nuestra vida de religiosos consagrados: la oración, nuestra vida fraterna en comunidad y nuestro espíritu de servicio y acogida. Esta características tendrían que constituir los puntos más válidos de nuestra colaboración a la cual estamos llamados como hermanos. A caso tendríamos que repetir lo que dijo San Pedro al lisiado que le pedía limosna en la puerta del Templo: “No tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te lo voy a dar con muchas ganas: en el nombre de Jesús de Nazaret, levántate y camina”. Y hacer lo que él mismo hizo: “lo tomó de la mano y lo ayudó a levantarse” (Hch. 3, 6).
 
•    Por parte de los Laicos nos esperamos, además del compromiso en el ejercicio de sus funciones, también unas ganas muy grande para un crecimiento espiritual y para la profundización en el carisma de la Misericordia, pues sólo viviéndole en nuestro trabajo de cada día se mantendrá vivo el espíritu que ha animado siempre nuestras obras.

La preparación del Capítulo General

     Un segundo punto sobre el que quisiera atraer la atención de todos es que con el 7 de marzo, aniversario de la muerte de nuestro Fundador, empezaremos el camino que nos llevará a la celebración del Capítulo General XXXII, que tendrá lugar a Ravascletto (Udine – Italia) del 15 de julio al 5 de agosto de 2012 y al que participarán, también, 9 laicos de las Provincias y Delegaciones en las que haya un movimiento laical próximo a nuestro espíritu.
Se preguntarán ustedes del porqué de un tiempo tan largo de preparación (año y medio)! Todo encuentro capitular es un momento de gracia: una gracia por la cual tenemos que invocar insistentemente al Señor en nuestra oración y que no debemos dejar pasar ni, mucho menos, despreciar. No hay duda de que todos, hermanos i laicos/as, somos conscientes de la importancia que pueda haber un Capítulo General, en las circunstancias en las cuales nos encontramos como Congregación. Pienso que todos estarán de acuerdo que el que se acerca no podrá ser un Capítulo “ordinario” más, si como tal pensamos a una asamblea de delegados preocupados en cambiar únicamente algunos puntos de las Reglas o Constituciones y en elegir, al final, al nuevo Consejo Superior. Por el contrario, tendrá que ser un Capítulo cuyos miembros estén verdaderamente preocupado por la situación de la Congregación, tengan la osadía de indicar un camino de futuro, piensen y encuentren aquellos cambios serios y profundos que, luego, tendremos que acometer para que el Carisma de la Misericordia, tal como nos lo ha entregado Padre Víctor y nos lo han transmitido los hermanos que nos han precedido, quede como fermento de una misión creíble y de un apostolado válido.
    
    El Consejo Superior ha dado una consigna en la que centrar nuestra reflexión: “SER FERMENTO DE MISERICORDIA”. Además, respetando las normas y las decisiones de los Capítulos Generales anteriores y luego de fijarse en el número de los Hermanos de las diferentes Provincias y Delegaciones, ha fijado la composición de la Asamblea que será la siguiente:

•   5 miembros de derecho: los miembros del Consejo Superior actual.
•   2 miembros  nombrados:  los Delegados de las Delegaciones Canadiense y Africana.
•   8 miembros  elegidos:  2  para  la Provincia Flamenca, 2 para la Provincia Italiana, 2
    para  la  Delegación  Africana  y 1 para cada una de las Delegaciones de Canadá y de
    América Latina.
•   En  la  primera  semana  estarán  presentes,  también,  9  laicos:  3  de  Bélgica,  3 de
    América Latina, 2 de Italia, 1 de Canadá. De acuerdo con el Hno. Alberto, Delegado,
    africano   no   estará   presente   ningún   representante   del  Burundi,  pues  en  esa
    Delegación aún no hay ningún movimiento laical misericordista.

El P. Abert Van Hecke, salesiano, nos ayudará en la reflexión como moderador, mientras que el diácono canadiense Yvon Matte será el secretario adjunto
Aunque el Consejo Superior haya marcado el “cuadro organizativo” del Capítulo, sin embargo mucho más importante serán tanto su preparación como los contenidos de la reflexión previa al Capítulo mismo, desde el momento que los resultados que saldrán de esta fase previa, guiarán los trabajos de los miembros de la Asamblea. Deseando que en esta primera etapa haya una verdadera participación de todos y que todos se sientan implicados, antes de trazar los lineamientos concretos, desearía tener de parte de todos los Hermanos y de los Laicos/as más comprometidos/as, algunas sugerencias relativas a los temas considerados más importantes y más actuales y que puedan guiarnos en las reflexiones futuras.

    Propongo que los Superiores de las Comunidades inviten a los Hermanos a ponerse en camino hacia la celebración del Capítulo: invocamos la ayuda del Señor y la luz de su Espíritu no sólo con nuestra oración personal y comunitaria, sino también con el cumplimiento fiel de nuestro trabajo apostólico y con una vida comunitaria vivida en la fraternidad. En una reflexión comunitaria todos los hermanos podrán indicar aquellos cuya consideración por parte de todos sea importante y urgente. Naturalmente serán bien acogidas y valoradas también las propuestas individuales. No se trata ni de los Capítulos provinciales, ni de las cartas que, a su debido tiempo, cada uno podrá enviar directamente al Capítulo, sino de ideas y de temas que nos puedan ayudar en la reflexión de este camino de preparación.

•    Quisiera dirigir la misma llamada de colaboración a todos los Laicos/as que viven y aprecian el espíritu de nuestro Fundador por haberlo descubierto en el contacto personal con los Hermanos o en el trabajo profesional en nuestras Obras. Es mi intención que la presencia y la participación ya iniciada en los últimos Capítulos Generales, aumenten y se profundicen aún más.

o    Al comienzo la presencia de los laicos se limitaba a una conferencia de alguno de ellos que lo hacía a título personal.

o    En el Capítulo XXIX (año 2000) hubo, por parte de los Hermanos capitulares, una primera reflexión seria sobre la importancia de la presencia de los Laicos en nuestras Obras, reflexión seguida de una declaración de principios y de aprecio por su colaboración.

o    En el Capítulo XXX (año 2006), la invitación y la participación de los laicos/as no fueron únicamente a título personal, sino como de representantes de diversos grupos regionales. Ellos han sido los protagonistas en las reuniones de la primera semana de trabajos capitulares y en ellas han expuesto su trabajo y el alcance de su colaboración, han puntualizado el camino que están realizando en las diferentes regiones y, sobre todo, han sugerido propuestas que los Hermanos capitulares han acogido y sobre las cuales han reflexionado.

o    En estos últimos cuatro años se fueron dando varias propuestas recibidas que en algunos lugares fueron acogidas con entusiasmo en otros encontraron más bien escepticismo y, en algunos casos, han sido mal interpretadas. Igualmente nos hemos encontrado con iniciativas muy positivas como, por ejemplo, la formación de grupos para el estudio del Carisma, un compromiso a nivel profesional y personal que iba más allá de lo estrictamente contractual para colocarse en la acción de voluntariado, la formulación de proyectos finalizados al intercambio de información, …  Ha sido iniciativas que, aún teniendo una respuesta limitada, han manifestado la buena voluntad y las ganas que hay entre los laicos/as para que el proyecto laical tome fuerza y se transforme en una hermosa realidad.

Mi invitación de hoy a los Laicos/as es que, a partir de las propuestas hechas en el último Capítulo General, de los lineamientos sugeridos en los diferente documentos de estos últimos años, y analizando las dificultades encontradas en el camino, puedan indicar inquietudes y avanzar proyectos para ofrecerlos a la consideración de todos. Estoy plenamente convencido que, además de su experiencia que tienen como colaboradores en las diversas funciones que ocupan en nuestras obras, los Laicos/as nos ayudarán a la reflexión sobre el Carisma de la Misericordia “mirado y vivido” desde su condición laical. No tengo ninguna duda que la contribución que nos pueden proporcionar será enormemente válida y no sólo servirá para determinar siempre mejor las líneas de su colaboración y de su participación a la Familia Misericordista, sino que ayudará a los mismos hermanos en la profundización de su rol de consagrados y a comprender en todo su alcance la relación Hermanos – Laicos/as.

El camino de reflexión previo al Capítulo General del 2012 tiene que ser transitado por todos y, posiblemente, en forma comunitaria, tanto por los religiosos como por los laicos/as, pues sólo de esta forma el Capítulo será el resultado de un esfuerzo y de un sueño común. Como este recorrido tendría que comenzar el 7 de marzo, pido que los temas y sugerencias (comunitarias y personales) sean enviadas antes de esta fecha.

En el Evangelio de la infancia leemos por dos veces que “María, por su parte, guardaba muy celosamente todos estos acontecimientos y los meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19; 51b). Esa preocupación de María en fijarse en la realidad que la envolvía, su deseo de interpretar los acontecimientos que se daban en su vida, su gana en buscar en ellos los designios que Dios había sobre ella y, finalmente, su decisión de seguir en todo la voluntad del Señor, pueden ser para nosotros una guía válida que nos ayude a reflexionar sobre la situación actual de nuestra Congregación, a entender lo que Dios quiere decirnos en estos momentos de desconcierto y a rezar para que sea Él quien nos ilumine y nos fortalezca a la hora de tomarlas decisiones más oportunas. Si en toda circunstancia de nuestra vida debemos imitar a María en su disponibilidad a la voluntad de Dios, hoy tenemos que sentirnos llamados a buscar nuevos caminos de vida y de futuro con creatividad, y a albergar en nuestro corazón la confianza, la ilusión y la esperanza.

María, nuestra buena Madre de la Misericordia y Madre de la Esperanza, sea nuestra guía y nuestra fortaleza.
 
Hno. Paolo Barolo, s.g.